top of page

Situación Demográfica de México 1910

INTRODUCCION

 

 

Durante los últimos cien años, las características de la población de México se vieron determinadas de manera sustantiva por diversas circunstancias, entre ellas el fin del Porfirito, el periodo revolucionario.

 

Las decisiones tomadas en diferentes momentos del siglo XX en materia de planeación poblacional impactaron cada uno de los componentes del cambio demográfico y las consecuencias de estas transformaciones, a su vez, modificaron la forma de concebir y dirigir la política de población en el país.

 

Se distinguen dos estadios de la historia demográfica del siglo XX y principios del XXI. La primera va de 1910 a principios de 1970, caracterizada, en primer lugar, por las consecuencias que tuvo el movimiento revolucionario en la población y, en segundo término, por la puesta en marcha de diversas estrategias que, después del estallido social, buscaban poblar el país y recomponer su dinámica poblacional.

 

La siguiente fase demográfica del último centenario comprende la segunda mitad de la década de los años 70 y se extiende hasta nuestros días.

 

Aunque parezca evidente, es importante destacar que la capacidad para identificar, analizar e interpretar las transformaciones demográficas se encuentra estrechamente ligada a la evolución de los instrumentos de captación de información. Durante los últimos cien años, las estadísticas poblacionales en México han experimentado notables modificaciones no sólo en el volumen y naturaleza de la información que recaban, sino también en la calidad de los datos que proveen.

 

Se analizan los principales cambios en los niveles y tendencias de los componentes del cambio demográfico durante el último siglo, a partir de la información disponible sobre el comportamiento de cada uno de sus elementos, se detiene brevemente en la descripción general de las principales fuentes de información estadística en materia demográfica, con el fin de ver la evolución de las mismas a través del tiempo.

 

Las Fuentes de Información

 

Los primeros indicios que existen sobre el uso de la estadística demográfica datan del año 1116 de nuestra era y provienen de los monumentos, códices y jeroglíficos de los primeros pobladores indígenas que llegaron al gran Valle de México.

 

Durante la época de la Colonia se llevaron a cabo diversos ejercicios estadísticos en materia de población, sin embargo, fue hasta 1790 cuando por mandato del Conde de Revillagigedo se efectuó el primer trabajo importante y sistemático de estadística demográfica en el país, que consistió en un censo que se levantó durante tres años y que reunía información sobre las características de la población, de los recursos naturales, y de la manufactura.

 

Lucas Alamán (1830-1832) promovió por decreto, en mayo de 1831, la realización del censo de población. Posteriormente, el presidente Manuel González (1880-1884) creó en mayo de 1882 la Dirección General de Estadística (DGE), que tenía por objetivo recabar, clasificar y publicar los datos estadísticos de la población.

 

A partir de 1900 se estableció el levantamiento de un censo cada diez años, lo cual se ha cumplido de forma ininterrumpida hasta la fecha y con un número creciente de variables de interés involucradas. Alrededor de ese periodo se comenzó a obtener la información proveniente de los registros administrativos, organizando entonces una serie de estadísticas vitales que va de 1893 a 1910.

 

Esta interrelación de estrecha reciprocidad requiere de instrumentos progresivamente más refinados para su análisis, lo cual obliga a mejorar la calidad y la cantidad de la información recabada.

 

Evolución de la población y sus políticas

 

A un siglo de iniciado el movimiento de la Revolución Mexicana, el país ha vivido una serie de cambios demográficos innegables; algunos de los cuales no han revertido su tendencia desde entonces: como el incremento en la esperanza de vida, el decrecimiento de la mortalidad infantil o el crecimiento de la población urbana frente a la rural, mientras que otros no han seguido una evolución lineal: como la fecundidad.

 

De acuerdo con datos del censo de 1910, México contaba entonces con una población cercana a 15.2 millones de habitantes (7.5 millones de hombres y 7.7 millones de mujeres) y su estructura por edad era sumamente joven, pues 42% de la población correspondía a individuos de 15 años de edad o menos.

 

Entonces, la proporción de adultos mayores (65 años y más) representaba apenas al 2% del total.En el denominado Censo General de Habitantes de 1921 oficialmente se contabilizó a una población de 14.3 millones de habitantes (7.0 millones de hombres y 7.3 millones de mujeres), es decir, alrededor de 900 mil habitantes menos.

 

El decremento en el volumen de la población, registrado a once años de iniciado el movimiento armado, obedece a las muertes ocasionadas por el mismo conflicto, pero también a otros factores, como el incremento de la migración, la disminución de los nacimientos, así como la mortalidad por propagación de enfermedades infecciosas y parasitarias, tales como la influenza española, brotes de tifo, meningitis, fiebre tifoidea y sarampión.

 

Sin embargo, en los años posteriores al periodo revolucionario el proceso de reconstitución del país mejoró de manera sensible las condiciones de vida de la población, avance que se ha sostenido gradualmente a través del tiempo, aunque el perfil epidemiológico ha tendido a complejizarse y desde entonces el incremento poblacional en términos absolutos ha sido constante (véase gráfica 1).

Al inicio de la década de los años 30, México aún se encontraba convulsionado, tanto por acontecimientos nacionales: como la crisis política del momento que derivó en el asesinato de Álvaro Obregón en 1928, como internacionales: la crisis económica causada por la Gran Depresión de 1929.

 

Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, el objetivo de poblar a México a través de diversas iniciativas fue consignado en la primera Ley General de Población del país, promulgada en 1936. Las acciones emprendidas por la administración pública bajo la orientación de esta ley se relacionaban, sobre todo, con políticas pro-natalistas, incentivos a la inmigración de extranjeros y con la repatriación de mexicanos que habían dejado el país por el conflicto armado. Las mismas preocupaciones se plasmaron en la Ley General de Población de 1947.

 

Como producto de tales políticas poblacionistas, en 1950 México contaba ya con 25.8 millones de habitantes y con una estructura por edad aún muy joven (42% de la población tenía menos de 15 años). El énfasis de décadas anteriores en la política de poblar México mostró claramente sus efectos a principios de los 60, cuando la tasa de crecimiento medio anual ascendió a 3.1% y la población se situó en 34.9 millones de habitantes (17.4 millones de hombres y 17.5 millones de mujeres).

 

Los años 70 estuvieron marcados por la toma de decisiones cruciales en materia de planeación demográfica que dieron un nuevo giro a la forma de entender y conducir la relación entre la población y el desarrollo.

 

En ese año los temas poblacionales impulsaron internacionalmente a México como un país a la vanguardia en la materia. En 1974 la ONU distinguía a nuestro país como la sede de la Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer, en donde se reiteró que la política demográfica  de cada nación depende de su voluntad soberana y que la pareja es la única responsable de elegir de manera informada y libre el número y espaciamiento de los hijos. En este contexto se promulgó la nueva Ley General de Población de 1974.

 

Cien años de transformaciones en los componentes del cambio demográfico

 

Alrededor de 1910, en el país ocurrían 31.8 nacimientos por cada mil habitantes y 32.1 defunciones por mil habitantes, es decir, la relación entre los “ingresos” y los “egresos” de la población de aquella época era prácticamente de uno a uno.

 

 En 1930, la tasa de mortalidad se ubicó en 26.7 defunciones por cada mil habitantes, una tasa aún muy alta aunque menor a la observada años atrás. A partir de este momento, la tendencia de este indicador se mantuvo en franco descenso, disminuyendo de 22.8 en 1940 a 4.9 en 2000.

Es decir, el perfil l de la mortalidad del futuro será sustantivamente distinto al que se observaba en las primeras décadas del siglo XX, cuando cerca de la mitad de las muertes se concentraba en individuos menores de 15 años; en la actualidad lo hace en personas de 65 años o más.

 

A principios del siglo XX, la mortalidad infantil llegó a alcanzar las 320.8 defunciones por cada mil nacidos vivos. En 1930 el indicador alcanzaba las 131.6 defunciones por cada mil nacimientos. Sin embargo, a mediados del siglo XX la tasa a 92.3 defunciones por cada mil nacidos vivos a principios de los años 60. En 2010, el indicador logro ubicarse en 14.2 defunciones por cada mil nacimientos.

 

Las transformaciones en la forma de concebir y atender la salud de la población lograron que, para 1940, este indicador se situase en los 41.5 años (40.4 hombres y 42.5 mujeres), aunque sus niveles todavía estaban muy distantes de los alcanzados por países desarrollados. En 1970, los mexicanos alcanzaron una esperanza de vida de 61.9 años. En 2010, la esperanza de vida total al nacimiento es de 75.4 años.

 

Ahora bien, mientras la mortalidad iniciaba una trayectoria descendente de muy largo aliento, el número de nacimientos que ocurrían en el país aumentó de forma notable y después se mantuvo constante por varias décadas, aproximadamente hasta 1970. Durante este periodo, la disminución de la pérdida de población por mortalidad y el incremento en el número de individuos que se incorporaba a la misma a través de la natalidad, trajo consigo un vertiginoso crecimiento poblacional.

 

En un momento en que se consideró que el volumen de una población se asociaba con mayores niveles de crecimiento económico y bienestar, la fecundidad fue incentivada desde la política pública, mientras que cuando se sostuvo que el crecimiento debía ser regulado en aras de la distribución equitativa de los beneficios del desarrollo.

 

Las fuentes de datos históricos registran en 1930 una TGF de 6.0 hijos promedio por mujer a lo largo de su vida fértil. Por eso se estableció la provisión de información, servicios y tecnología anticonceptiva que permitiera a los individuos concretar sus preferencias reproductivas, en las mejores condiciones de salud posibles. En 1980, la TGF ya había disminuido a 4.8 hijos por mujer y el día de hoy las mujeres mexicanas tienen dos hijos, en promedio, a lo largo de su vida reproductiva.

 

La migración en México es un componente que ha experimentado notables transformaciones a lo largo de los últimos cien años, modificando a lo largo de la historia su peso específico en los procesos del cambio demográfico. La migración de mexicanos a los Estados Unidos se incrementó de manera importante a partir de la segunda mitad del siglo pasado. Se estima que en 1970 los mexicanos que residían en aquel país sumaban alrededor de 800 mil personas.

 

La población mexicana que residía en aquel país en 1980 era de 2.2 millones de personas, el triple de lo observado en 1970. A partir de la década de los 80 este fenómeno entra en una fase de crecimiento acelerado y cambian notablemente sus modalidades y circunstancias, incrementándose drásticamente el volumen de personas migrantes sin documentación.

 

En el 2000 la población de mexicanos residentes en Estados Unidos aumentó a 8.1 millones y en 2007 eran ya 11.8 millones (véase gráfica 3), los cuales representan alrededor de 4% de la población total de ese país.

Fuente: De 1900 a 1990: elaboración con base en Corona Vázquez Rodolfo, Estimación de la población de origen mexicano que reside en Estados Unidos, El Colegio de la Frontera Norte, noviembre, 1992. Cifra de 2000, 2005, 2007 y 2009: estimaciones con base en U. S. Census Bureau, Current Population Survey (CPS), suplemento de marzo de 2000, 2005 y 2007 y 2009.

En resumen, se  muestra cómo en los últimos cien años los componentes más relevantes de la dinámica demográfica han modificado radicalmente sus tendencias.

Consideraciones finales

 

Proyectos como los censos y, en general, las estadísticas demográficas, que han provisto al país con información variada y abundante, son instrumentos fundamentales para la planeación demográfica de México.

 

Aunque desde 1882 existió un organismo que proveyó de datos estadísticos en materia demográfica, no se contaba con una política de población como la que hoy conocemos, encargada de sistematizar las acciones encaminadas a reforzar la relación entre la población y el desarrollo.

 

A principios del siglo XX la política de población se caracterizó porque, tácitamente (ya que hasta 1936 no existió una ley de población que se enfocara en atender en conjunto los fenómenos demográficos), tenía el objetivo de poblar a México. En esa época la migración era vista como una de las principales estrategias para lograr este objetivo. En 1908 se aprobaba la Ley de Inmigración, la cual se amplió en 1926 y 1930, hasta que en 1936 se promulga la Ley General de Población que se modifica en 1974 como parte de una nueva política demográfica. Esta nueva política estrecha la relación del desarrollo del país y los fenómenos poblacionales, creando el Consejo Nacional de Población, que desde entonces es el órgano encargado de la planeación demográfica del país. En el periodo 1910-1970 los fenómenos demográficos se caracterizaron por alcanzar, en algunos casos, sus mayores niveles históricos.

 

Desde 1974, los esfuerzos de la política de población se dirigieron a impulsar la desaceleración del ritmo del crecimiento demográfico; a promover una distribución territorial de la población acorde con las potencialidades del desarrollo de las diferentes regiones del país; a propiciar la extensión y arraigo de una sólida cultura demográfica mediante procesos educativos, de información y comunicación en población; en el siglo XXI, los fenómenos hacia los cuales habrá que orientar a la política de población tienen que ver con el envejecimiento poblacional, el aprovechamiento del bono demográfico derivado del mismo, la dispersión de la población rural, la concentración poblacional en el espacio urbano, la sustentabilidad del medio ambiente, la intensidad y naturaleza del fenómeno migratorio, los rezagos persistentes en algunos sectores de la población, particularmente en materia de salud reproductiva, entre otros.

Sitios

de

Interés

bottom of page